domingo, 6 de enero de 2019

LA ACTIVIDAD MOLTURADORA EN HERRERÍAS


Una vez registrados los 15 molinos que existieron en Herrerías – uno cada 74 vecinos, en media-, corresponde analizar el por qué y para qué existieron tantos establecimientos, cuando la población media del municipio en los últimos doscientos años puede situarse en el entorno de los 1.100 habitantes. Actualmente somos 609.

El punto de partida debe ser lo que se conoció como la revolución del maíz. El maíz se trae a España a finales del siglo XV. Lo traen los españoles que llegaron a América, pero no se siembra hasta principios del siglo XVII. 

Proveso del maíz en el valle del Nansa. Dibujos de Andy Torre
La elevada productividad del maíz, frente a otros cereales, produjo una fiebre sembradora, de tal manera que, avanzado ese siglo, prácticamente en todo Cantabria se sembraba maíz.

¿Qué se sembraba antes de que llegase el maíz¿ Se sembraban unos cereales de invierno, la escanda y la esprilla y otros de verano, el mijo y el panizo, especies pobres de trigo y de sorgo, que daban origen a años de gran escasez de grano, provocando terribles hambrunas. El plato más común de la alimentación era un guiso de verduras –berza o repollo– cocido con algo de manteca o tocino, conocido como puchero. Las patatas, que también llegaron de América, todavía no se conocían.

Este proceso mejoró sustancialmente la dieta alimenticia de los campesinos cántabros, desaparecieron las hambrunas y las epidemias asociadas, a la vez que por primera vez se obtienen excedentes para hacer intercambios.

Este proceso fue tan intenso que incluso se modificaron las técnicas de cultivo. Antes del maíz, el proceso del cultivo de la tierra era de año y vez, es decir, se sembraba la tierra un año y se dejaba descansar otro, modificándose por el de sin intermisión, basado en la rotación de cultivos sin descanso alguno.

El maíz se comía en forma de tortas, tortos, boronas, pulientas y boronos. El grano debía molturarse para convertirlo en harina si queríamos degustarlo en las formas anteriores. Para ello se necesitaban molinos, en este caso, hidráulicos.

Si observamos lo que se comía en Herrerías a través el estadillo de los impuestos al consumo registrado en el ayuntamiento durante el segundo semestre de 1896, nos daremos cuenta la importancia que tenía el maíz.

Estadillo del impuesto al consumo sobre lo que se comía en Herrerías, en el segundo semestre de 1896
Algunos de los molinos registrados ya lo estaban a mitad del siglo XVIII. Lo conocemos porque el Catastro de la Ensenada, así lo hacía. Estamos hablando de los molinos de Rábago, ferrería, Bollano, los dos de Bielva, el de Riaño, en Camijanes y alguno de los de Cabanzón sobre el río Suspina. El resto serían anteriores o posteriores a esa fecha.

Los últimos establecimientos iniciaron su declive en el último tercio del pasado siglo. El éxodo rural, el aumento del nivel de vida por diversidad de rentas- trabajador mixto- y la mejora de los caminos y la movilidad, fueron arrinconando el maíz como alimento básico y por tanto arruinando la actividad molturadora.

Actualmente los molinos forman parte del patrimonio rural de una región.

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