domingo, 25 de abril de 2021

LOS CARRILES DE CASTAÑAS DEL MONTE HOZARCO, EN PEÑARRUBIA

 

El pasado viernes, aprovechando el día extraordinario que hizo, nos recorrimos el viejo camino medieval que unía La Hermida, con los pueblos altos de Peñarrubia, en la zona del monte Hozarco.

Este monte aloja un bosque mixto de hayas -Fagus sylvatica- en la parte alta, mientras en la baja la componen extraordinarios rodales de castaños -Castinea sativa- centenarios. Frente a la esbeltez de los primeros, los segundos han sido trasmochados a unos cuatro metros de altura, para impedir su crecimiento en altura y favorecer su desarrollo lateral, a fin de poder aprovecharlos.

                                        Ejemplo de castaño trasmochado 

En el recorrido nos encontramos a ambos lados unas construcciones circulares, la mayoría de ellas en buen estado, construidas en piedra seca de unos 1,5 m. de altura, de unos 2,5 metros de diámetro y dotados de unas portadas de acceso muy estrechas. Estas construcciones se llaman carriles en Cantabria, cuerries en Asturias o ericeras en Navarra.


                                       Carril del monte Hozarco

Estas edificaciones eran lugares habilitados en los castañares como almacenes de castañas envueltas en sus erizos, que las protegen. El sistema consistía en que, una vez vareadas, eran recogidas del suelo mediante unas pinzas de madera, para depositarlas en los cestos. Estos eran trasladados a los carriles para, una vez llenos, cubrirles con helechos y ramas secas, a fin de protegerles de los animales silvestres.


                              Restos de un carril. Al fondo castaño trasmochado 

Esta forma de almacenar las castañas permitía mantenerlas en buen estado de conservación durante unos cuatro o cinco meses. Se vareaban en octubre y podían conservarse hasta la primavera.  De esta manera, según las necesidades, se iban sacando por la portada, lo que permitía disponer de un alimento muy energético.


                                                          

En nuestro recorrido hemos visualizado una decena de ellos. La mayoría en buen estado y el resto algo deteriorados, que cuesta reconocerlos. Observando el castañar como un espacio económico, se puede afirmar que el castañar del Monte Hozarco, ha facilitado en tiempos pasados y durante una larga época, una importante alimentación a los vecinos de Linares, Piñeres y de Navedo, a juzgar por el número de castaños existentes y por el buen número de carriles, para su almacenamiento.

                                                                    

Conservar, e incluso recuperar algunos carriles en no muy buen estado, parece obligado; son elementos de nuestra arquitectura popular.  Si además podemos explicar in situ, cómo funcionaba ese espacio económico en torno al castañar, donde nuestros antepasados perseguían su seguridad alimentaria, sería para nota.   


domingo, 11 de abril de 2021

CUANDO UN CARMONIEGO PATENTÓ LA FABRICACIÓN DE ALBARCAS METÁLICAS

 

Las albarcas o abarcas, como pueden denominarse indistintamente, es ese calzado de madera que tanto se usó en la España húmeda, incluida nuestra región, para realizar determinadas faenas que requerían su uso -en las cuadras, en los prados y en las tierras- muy apropiado para preservar los pies del agua y del barro del suelo, conservando constantemente seco y limpio el escarpín o zapatilla. Era por tanto un calzado sano; caliente en invierno y práctico para caminar por terrenos escabrosos. 

Tanto en Cantabria, como en Asturias y Galicia, ha sido el calzado por antonomasia del campesinado, elaborándose de tipologías diferentes, según cada comunidad autónoma e incluso dentro de cada una de ellas. Fue tal la importancia de este calzado en Cantabria, que en el 2018 su elaboración fue declarada Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial. 

En nuestra región destacó en su fabricación el pueblo de Carmona. Ya en el siglo XVIII, había según el Catastro del Marqués de la Ensenada, diez y nueve abarqueros, de ochenta y tres vecinos que eran en total. 

Un carmoniego de nombre José Cosío González en 1919 y 1922 solicitó patentar por veinte años y para toda España, la fabricación de abarcas, pero en este caso metálicas.

                              
                             Uno de los planos que acompaña a la solicitud de patente

La primera solicitud titulada: un sistema de abarcas o almadreñas metálicas la fundamentaba en que el uso generalizado de este tipo de calzado en la provincia de Santander y que en un espacio de tiempo relativamente corto se habían calculado en 12.000 m3 de madera empleada en su fabricación. 

Citaba que: la abarca de hierro, aluminio u otro metal de 1 mm de espesor o mayor según se vea, mantiene los tres pies para alojar los tarugos, en este caso de madera para aligerar el peso de la abarca y que la parte delantera, para evitar abollones, se recubrirá bien de cuero, goma o de una chapa de madera.


                                   Cabecera de la memoria de la  solicitud de patente. Año 1919

Las ventajas que relataba eran que: pueden fabricarse de una manera más perfecta y acabada, que su limpieza será muy fácil, que no sufrirá deformaciones debido a los cambios de temperatura, lo que evitara se salga el tarugo como ocurre con las de madera y el que se rajen cuando después de humedecerlas se exponen a la acción de los rayos solares


                                                          Otro plano de la solicitud 

Su absoluta impermeabilidad, hace que sea el calzado higiénico por excelencia y si bien es verdad que el metal impide la transpiración hay que tener en cuenta que la abarca se usa siempre sobre un calzado ordinario, generalmente la zapatilla de paño, el típico escarpín o la alpargata, con objeto de descalzarlas antes de penetrar en las habitaciones de las viviendas, por cuya razón necesita cierta holgura, lo que permite que al andar levante un poco el talón del pie sobre la abarca, favoreciendo constantemente la ventilación. 

Y continuaba manifestando que: este invento trata de restar la mano destructora de los montes tan castigados por el leñador y el maderero. Por último, cerraba la solicitud de la patente manifestando que: la abarca metálica puede durar unos cinco años frente a la de madera que apenas dura uno.

La segunda solicitud la realiza tres años más tarde, en junio de 1922. La patente la denomina: un nuevo sistema de chanclo metálico o albarca. Los fundamentos de la solicitud son muy parecidos a los de la anterior, así que no los repetiremos.


                                   Cabecera de la memoria de la segunda solicitud . Año 1922

VALORACIÓN DE LAS PATENTES 

1º Que un ciudadano de un pueblo pequeño de la Cantabria profunda, en plena utilización del calzado de madera como son las albarcas, las almadreñas, o las zocas gallegas, patente la fabricación de este calzado en metal para toda España, es propio de un visionario o de un emprendedor, como lo llamaríamos ahora.  

2º Sin embargo, aparte de ganarse no pocos enemigos entre sus vecinos y artesanos del resto de la región, parece que sus patentes no tuvieron eco. No se conocen abarcas metálicas utilizadas. 

3º Los 12.000 m3 de madera que se gastaban ¿por año?  en su fabricación, me parece exagerado. Equivale a tumbar 12.000 árboles de 20 cm. de diámetro y 3,5 metros de altura al año. De cualquier manera, la madera frente al hierro era una materia prima abundante, a pie de puerta y además renovable.


                                                 Plano que acompaña a la segunda solicitud

4º En cierta medida, las patentes de nuestro paisano aguantan un análisis DAFO. El atrevimiento de las mismas, seguramente, ha sido tratar de sustituir un material tan rural como la madera, por otro foráneo como el hierro, lo que anulaba y empobrecía a multitud de fabricantes, así como a los procesos y las herramientas clásicos utilizados.

POSDATA 

Nos gustaría conocer a algún descendiente de José Cosío, que nos hablase de él. Por nuestra parte le regalaríamos los expedientes de las dos patentes –memoria + planos-. Se nos localiza en Cades o a través del messenger de Facebook.


martes, 6 de abril de 2021

EL PUENTE DEL ARRUDO CUMPLE CIEN AÑOS

El puente del Arrudo, esa estructura que permite a la carretera cruzar el rio Nansa para llegar a Sobrelapeña o, en dirección contraria, a Peñamellera Baja, está de aniversario al cumplir 100 años de su construcción, según nos cuenta la marca del pretil izquierdo, en dirección Cabanzón.

Fecha de construcción del puente

Este puente sustituyó a uno anterior construido en madera, unos 70 metros más al sur, con maderas de roble de los montes públicos de Rábago y Cades y mediante suscripción popular. Se construyó para sustituir un paso de barca de funcionamiento muy irregular y fue un ejemplo de colaboración vecinal digno de encomio, que ha dado lugar a una exposición que instalamos en Cades en el 2018 y más recientemente, a una publicación.

La tipología elegida para el puente; tres bóvedas rebajadas o escarzanas de 15m de luz, estuvo determinada por la rasante de las carreteras que confluyen en este punto.

 
El puente antes de la reforma

Por él, como todo buen puente que se precie, ha pasado por diferentes vicisitudes. La primera durante la guerra civil. Una vez tomada Santander por las tropas fascistas a finales de agosto de 1937, muchos republicanos se replegaron hacia Asturias, todavía fiel al gobierno de la República. En esa huida, la retaguardia iban volando los puentes para impedir el avance de sus perseguidores.

En nuestro entorno ocurrió con los puentes de Pesués, de Puentenansa, con el de Unquera y también con nuestro puente del Arrudo.  Fueron destruidos los tímpanos, los pretiles y los aristones del arco de la margen derecha, y también se desplomaron los tímpanos del arco central. Fue reconstruido meses más tarde.


  Reparación de la voladura del puente en 1937. Biblioteca Digital Hispánica

En las décadas de los 50 y 60, este puente fue testigo de los paseos furtivos de los enamorados que salían de los salones de bailes contiguos y del ajetreo de la zona entorno a las paradas de líneas de buses, la bolera y las tiendas anexas. Era la época dorada del Arrudo

La segunda vicisitud trata de 1999, en la que se decidió ampliar el puente. Para ello fue necesario el vaciado del mismo hasta los tímpanos y el saneamiento y sellado de las grietas. Después se rellenaron las bóvedas con hormigón en masa, formando un núcleo del que salen por cada lado dos voladizos, que conforman la plataforma ampliada, tal como la conocemos hoy.

La estructura que ahora se observa es un puente de 76 m. de longitud y 9.50m de ancho construido con piedra de sillería y mampostería concertada y hormigón en la parte renovada. En toda la longitud del puente fue sustituida el pretil de sillería por una barandilla metálica continua, que alivia el peso original.


    El puente actualmente , tras la intervención de 1999

En este aniversario, deseamos una larga vida al puente del Arrudo.