lunes, 26 de diciembre de 2022

CHILLIDA: DE LEGAZPI A REINOSA

 

Eduardo Chillida el escultor vasco conocido por sus obras en acero y en hormigón, fallecido en el 2002, tiene esparcida su obra por todo el mundo y la concentrada lo hace en el museo Chillida-Leku. Sus trabajos en hierro se inician en 1950 en una fragua de Hernani.

A partir de aquí se le conocerá por sus obras de gran formato que le obligará a utilizar las prensas disponibles en la industria siderúrgica española. 

Una de sus obras más conocidas es el Peine de los Vientos, instalada al final de la playa de Ondarreta en San Sebastián. Son tres esculturas de acero, de 10 toneladas cada una, incrustadas en las rocas que dan al mar cantábrico y que actualmente son unas de las imágenes más potentes de la ciudad. Se instalaron en 1977.

El Peine del Viento. Imagen de Wikipedia

Estas esculturas de gran formato están construidas en acero corten que es un tipo de acero realizado con una composición química, que hace que su oxidación tenga unas características particulares que protegen la pieza realizada con este material frente a la corrosión atmosférica sin perder prácticamente sus características mecánicas. En la oxidación superficial del acero corten crea una película de óxido impermeable al agua y al vapor de agua que impide que la oxidación del acero prosiga hacia el interior de la pieza.

Para la realización del Peine, Chillida tuvo que echar mano de una prensa de la factoría de Patricio Echevarría de Legazpi, conocido fabricante de herramientas para la agricultura con la marca Bellota.

Prensa de Patricio Echevarría de Legazpi, donde Chillida forjó en Peine de los Vientos 

Imágenes de las esculturas en la factoría guipuzcoana

Cuando Chillida aumentó la escala de sus esculturas ya dejó de servirle la prensa de Echevarría y tuvo que echar mano de la de Forjas y Aceros de Reinosa, una prensa de 7.500 toneladas, la joya de la corona de la gran forja en España. Esta prensa fabricada por la casa Duisburg de Alemania, fue adquirida en 1975 siendo presidente de la compañía José María Escondrillas.

Prensa de la factoría campurriana

Sus parámetros técnicos son impresionantes: 

Fuerza máxima (presionando): 9177.5 toneladas

Longitud de la mesa de trabajo: 300 cm.

Ancho de la mesa de trabajo: 918 cm.

Distancia entre marcos: 500 cm.

Carrera máxima del vástago del pistón: 245 cm.

Velocidad del vástago del pistón (sin carga): 30 cm./segundo

Velocidad del vástago del pistón (retorno): 50 cm./segundo

Presión máxima: 300.000 kPa (kilopascales)

Altura de la máquina: 711 centímetros

Pascal: Se define como la presión que ejerce una fuerza de 1 newton sobre una superficie de 1 metro cuadrado normal a la misma

Esto ocurrió con varias de sus obras, realizadas ya en la última década de la vida del artista, entre ellas la conocida como Elogio del aire II de 6x3,3 metros, instalada en el aeropuerto de Bilbao. O la conocida como Besarkada (abrazo) donde se aborda el cuerpo de una forma abstracta a través de un abrazo. O la Lotura XXXII, una monumental pieza de 64 toneladas de peso construida en 1998.

De arriba abajo y de izquierda a derecha Elogio al Aire, Besarkada y Lotura XXXII

Pero si hay una pieza que aporta un gran simbolismo es la conocida como Berlín, construida igualmente en acero corten e instalada en la entrada a la Cancillería Federal en esa ciudad, que representa la reunificación de Alemania, una vez caído el muro de la capital alemana en 1989.

Escultura Berlín. Al fondo la cancillería alemana.Imagen extraída de Wikipedia

La escultura de 6 metros de alto por otros seis de ancho, pesa 90 toneladas y fue construida en el año 2000 e instalada un año más tarde en la época de Gerhard Schröder. Fue una donación de un editor alemán y su precio fue calculado en 1.078.313 euros de la época. 

    Eduardo Chillida en la factoría reinosana. Imágenes cedidas por CCOO

Que el acero fabricado y forjado en Reinosa represente importantes obras de arte repartidas por el mundo, debe ser motivo de orgullo industrial.


sábado, 3 de diciembre de 2022

LA IGLESIA DE SANTA JULIANA, EN LAFUENTE, IMCUMPLE LA LEY DE MEMORIA HISTÓRICA

 

La iglesia de Santa Juliana de Lafuente, en el municipio de Lamasón, datada entre finales del siglo XII y principios del XIII, fue declarada Bien de Interés Cultural desde 1984.

Esta iglesia ubicada a la entrada al pueblo en un costado de la carretera, en pleno camino lebaniego, incumple las leyes sobre la memoria histórica, aprobadas en 2007 y en 2022, que promueven entre otras cosas la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura.

En efecto, en la fachada principal, en el costado derecho y sobre dos sillares situados en la parte baja, se encuentra esculpido el emblema de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, formado por el yugo y las flechas. Y en el sillar contiguo inferior recoge el nombre de José Antonio Primo de Rivera, uno de los fundadores de la Falange Española y más abajo los nombres de Francisco Hernández González y Manuel González González.

Sillares grabados alusivos a la guerra civil

¿Cómo es posible que el obispado de Santander no haya reaccionado cumpliendo las leyes que emanan de nuestro parlamento? ¿Cómo es posible que después de 15 años de la primera ley, ninguna institución haya denunciado y corregido esta anomalía? 

De la iglesia católica no se puede esperar mucho después del papel jugado por ésta como actor político en la pasada guerra civil, en vez de haberse mantenido en el terreno de lo moral, que era su función. Tampoco hay que olvidar el poder de la Iglesia y la represión que ejerció contra el pueblo cada vez que tuvo ocasión, la última de ellas tras la aprobación de la Ley de responsabilidades políticas de febrero de 1939, que inició la represión del régimen franquista. 

De la alcaldía de Lamasón, ejercida por el PP, tampoco se puede esperar nada. Este partido tiene una relación esquizofrénica con respecto al franquismo. Son sus herederos y nos dicen que hay que dejar tranquilos a los muertos. A todos, menos a los de ETA, que nos los recuerdan día sí y día también. 

Me refiero la sociedad civil y a sus autoridades que tienen el deber y la obligación de hacer cumplir las leyes, que nos hemos dotado y a respetarlas.