martes, 4 de junio de 2019

EL HERRADO DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS EN HERRERÍAS


El arte de herrar consiste en forjar y colocar las herraduras en los cascos y pezuñas de determinados animales domésticos, para evitar el desgaste de la sustancia córnea de que están constituidos, sin perjudicar los movimientos locomotores del animal.

Antiguamente el movimiento del personal y el de mercancías se hacían exclusivamente utilizando ganado caballar, mular o asnal, y todos los trabajos del campo, con esos mismos animales o las clásicas yuntas de bueyes o vacas, según las costumbres y dureza del terreno. Naturalmente el casco o pezuña de estos animales debía cuidarse y protegerse con sumo cuidado. En consecuencia, la importancia del herrador y de la herradura eran excepcionales.

La importancia del herrado en Herrerías queda bien patente toda vez que cada pueblo disponía de su potro o máquina de herrar. Algunos estaban en cobertizos y otros al aire libre. El herrador visitaba estos establecimientos en los días y horas convenidos y allí le esperaba la clientela con sus ganados. Tiene cierta similitud con las esperas de las visitas médicas que hacemos en nuestro centro de salud, en Bielva.
Potro de herrar, anexo a la fragua de Bielva
Se conoce que el herrador de Casamaría y Cabanzón se desplazaba desde Panes y a mí, en la década de los 90, me ha herrado un caballo Fidel Agüeros, el campanero de Quintanilla de Lamasón, que tenía la fragua junto al río Tanea.

Centrándonos únicamente en Cades, pensemos los cientos e incluso miles de toneladas de carbón vegetal que hubo que trasladar en carros chillones desde el monte, donde se carboneaba, hasta la ferrería. Pensemos en los miles de viajes que hubo que hacer desde el ribero de Muñorrodero hasta la ferrería con el mineral de hierro que llegaba desde Vizcaya. Imagínense las necesidades de herrado de todos los animales domésticos que se utilizaban en las labores agrícolas del pueblo o para sacar la madera del monte. Todo ese ganado utilizado en los procesos productivos debía cuidarse convenientemente mediante el herrado periódico.

Los bueyes y las vacas de tiro se herraban mediante unas placas  metálicas de unos tres milímetros de espesor de forma ovalada y previsto en uno de sus lados de una pestaña. Cada pezuña tiene su forma característica al igual que también son diferentes las herraduras de las manos y las de los pies. Esta herradura se llama callo y el modelo, por llevar la pestaña, vizcaíno.

Herradura o callo, tipo vizcaíno, para el ganado vacuno
Las herraduras del ganado caballar, se tratan de unas bandas metálicas más o menos anchas y largas, encorvadas en el sentido de su grosor en forma de arco o puente, disponiendo de una serie de orificios cuadrados piramidales en la cara inferior, destinados a recibir las cabezas de los clavos que han de sujetar las herraduras a los cascos.

Herradura para ganado caballar usada
Estas herraduras se fabricaban en las fraguas que disponían de potros de herrar. El ejemplo más claro es la de Bielva donde el herrero fabricaba las herraduras que necesitaba. Aquellos potros de herrar que nos disponían de fragua, los herreros llevaban juegos diversos para calzar el animal con la más apropiada.

Clavos de herrar
En la siguiente entrada iremos viendo cual es la situación del potro en cada pueblo y ver que se puede hacer para conservar este importante patrimonio etnográfico.


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