El pasado día 1, el
diario El País en su edición americana, la periodista Teresa de Miguel,
escribía un artículo, cuyo título no dejaba lugar a dudas sobre su contenido: El regreso del maíz nativo en México. https://elpais.com/sociedad/2019/03/01/actualidad/1551394854_627095.html
En todo el mundo se
viene produciendo una guerra incruenta entre los defensores de la agricultura
campesina y la industrial. La primera ocupa a mucha gente, preserva las
variedades nativas y sus productos son más exquisitos, frente a la segunda, de gran
productividad, centrada en unas pocas variedades y controladas por multinacionales
semilleras y de pesticidas.
México es un centro
origen del maíz, conserva docenas de razas locales y es la espina dorsal
de su gastronomía que, no olvidemos, está considerada patrimonio mundial de la
humanidad. Esta realidad comparte frontera a través de miles de kilómetros con
su vecino del norte, primer productor mundial de maíz, con una agricultura muy desarrollada
industrialmente, que maneja incluso semillas modificadas genéticamente. Son dos
modelos antagónicos.
Maíces chalqueños. Foto de: www.maizajo.com |
El articuló nos deja
ver un aumento de la sensibilidad de la sociedad civil, por defender lo autóctono,
lo local, confeccionado a pequeña escala, frente a lo foráneo, lo industrial, aunque
sea más barato. Este fenómeno, salvando las distancias, ya pasó en Cantabria.
Cuando en la década de los 60 se inició la implantación de maíces híbridos, nuestros
campesinos de manera paulatina no resistieron la tentación de obtener mazorcas grandes
y lustrosas, que daban una harina impersonal, y abandonaron las suyas que
habían domesticado. Cambiaron cantidad por calidad. Muy pocos se resistieron.
Nosotros desde el 2010
hemos intentado recuperar ese maíz domesticado en los pueblos de nuestro valle a
través de generaciones, para intentar darle valor añadido. Si tenemos buenas
clases de maíz, podríamos obtener buenas harinas para hacer tortas, panes,
bases de pizzas e incluso empanadas.
Tortillas de la red Tsiri, con la que hemos mantenido contactos |
Hicimos un par de viajes
a México, conociendo variedades de maíz, preparados culinarios, tecnología de transformación,
visitamos mercados campesinos, participamos en el II Encuentro
Nacional de la Red de Etnoecología y Patrimonio Biocultural, en Oaxaca y
llegamos hasta la Universidad Autónoma de Chapingo, http://web.chapingo.mx/ el mayor campus agrario
de todo Latinoamérica y donde se concentran la mayor sabiduría científica en
torno al maíz, repartida con el Centro Internacional de mejoramiento del maíz
y el trigo. https://www.cimmyt.org, que,
por cierto, comparten la misma localidad: Texcoco.
Algo de lo que
hicimos está publicado en este blog. El declive rural en Cantabria, el escaso apoyo institucional
y la crisis económica, fueron la puntilla que acabó con nuestras pretensiones. El
medio rural cántabro le debe mucho al maíz. Este grano eliminó muchas hambrunas,
algunas epidemias, mejoró las condiciones de vida de los campesinos y les
permitió por primera vez en su vida, obtener rentas para los intercambios.
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