viernes, 9 de febrero de 2024

CONSERVAS ORTIZ EN SAN VICENTE DE LA BARQUERA

 

Conservas Ortiz es una conocida empresa ondarrutarra, fabricante de conservas de pescado, de larga experiencia. Según su conseguida y bonita página Web https://www.conservasortiz.com/ , iniciaron la actividad en 1891 y a lo largo de este tiempo llegaron a tener dos factorías en Cantabria; en Santoña y en San Vicente de la Barquera. Nos ocuparemos de esta última.

Cabecera de Conservas Ortiz, donde aparecen las fabricas desde donde operaba

La factoría de San Vicente que todavía conserva el edificio original, se ubica en la carretera al faro, en el barrio de la Barquera y estuvo operativa al menos durante tres décadas entre 1950 y 1980. En esa época era normal que las buenas firmas conserveras dispusiesen de factorías desperdigadas por todo el litoral. A partir de 1970 se produjo un proceso de agrupación de empresas conserveras promovida por el ministro de Industria de aquel entonces, José María López de Letona.

Vista frontal de la fabrica 

En 1956, Conservas Ortiz S.L. decide legalizar la maquinaria de la factoría y cambiar la caldera. Tenía una extensa variedad de productos desde las salazones de anchoa, fileteado y conservación en aceite de la anchoa y fabricación de escabeches de bonito, chicharro y agujas, así como bonito en aceite.

Según el layout de la fábrica, esta disponía de:

        Una caldera de vapor alimentada con carbón.

-                Cinco pailas para freír pescado

-               Una cortadora de bonito

-                Una autoclave

-               Dos cocedoras de pescado.

-                Una pestañadora de pedal

-               Dos cerradoras de pedal

Layout de la fabrica de Ortiz , en San Vicente

La caldera era alimentada con carbón para lo cual disponía de un habitáculo para su almacenamiento y la chimenea tronco-piramidal para la salida de humos, que se conserva.

Chimenea de la fabrica. Imagen de: https://redpatrimonioindustrialcantabria.org/

Las materias primas que Conservas Ortiz requería en el año de 1956 eran las siguientes:

-             250 toneladas de pescado

-            90 toneladas de sal

-           10 toneladas de aceite

-           12 toneladas de hoja de lata

Con esta materia prima conseguía las siguientes conservas:

-              80 toneladas de salazón de anchoa en latas y barriles de madera.

-             15 toneladas de filetes de anchoa en aceite

-             70 toneladas de bonito en escabeche

-             10 toneladas de otras conservas

Estas conservas se obtenían con una plantilla de 34 trabajadores; 30 mujeres, 10 de ellas menores de 18 años y cuatro varones. La campaña era de unos 150 días –de abril a octubre– y el resto del año se ocupaba en la elaboración de los filetes de anchoa. Las conservas se comercializaban con las marcas: Ortiz y El Velero.

En la década siguiente, la de 1960, modernizaron la maquinaria acoplando motores de 1 CV a la cortadora de pescado, a la pestañadora y a las tres cerradoras de latas – incorporaron una tercera máquina- de marca Cenzano.

En los datos facilitados entre 1967 y 1970, descendieron considerablemente los niveles de pescado trabajado; 105,7 toneladas, bajando con ello las necesidades de sal, de aceite y de hoja de lata. En estos años producían anualmente 18 toneladas de filetes de anchoa, 17,6 toneladas de anchoas en salazón y 25,3 toneladas de bonito frito. También descendió considerablemente la plantilla que pasó a ser de 22 trabajadores; incluido un técnico y un administrativo.

Declaraban un consumo anual eléctrico de 2.000 kilovatios hora, que les suministraba Electra Bedón, SA. Estos consumos eran fundamentalmente de los cinco motores de 1 CV acoplados a las máquinas. El resto era trabajo manual realizado en jornadas de 8 horas de día.

Desconozco cuando Ortiz cerró la empresa. Es un enigma el que todavía se conserve el edificio industrial en medio del desarrollo urbanístico operado en la zona, en las últimas décadas.

Pase lo que pase con el inmueble, reivindico la supervivencia de la chimenea a modo de tótem, que recuerde el pasado conservero de San Vicente, donde llegaron a operar en el siglo XX una decena de fábricas, entre ellas una de la casa Albo. Queda dicho.









No hay comentarios:

Publicar un comentario