En la última parte
del siglo XIX y sobre todo en la primera mitad del siguiente, el auge
extraordinario de las revistas ilustradas fue aprovechado por muchas empresas
para, utilizando esa técnica, definir su identidad y su imagen pública, que las
diferenciase de la competencia.
Así es como las compañías
en sus cartas, facturas, etiquetas, boletines, catálogos, anuarios, memorias y
revistas aparecen unos dibujos, aplicados como ilustraciones, que durante un
tiempo van a ser la imagen corporativa de esa sociedad y que vendrán definido
por un paisaje industrial que recoge casi siempre sus instalaciones fabriles,
muchas veces de forma idealizada, en las
que se podrán adivinar arquitecturas del momento.
Estos materiales de
una fragilidad extraordinaria son considerados también patrimonio industrial y
se aglutinan dentro de lo conocido como archivo industrial.
En Cantabria hubo algunos
ejemplos de estos paisajes industriales en papel, que iremos viendo en
sucesivas entradas. Empezaremos por una importante fábrica de loza que se ubicó
en Adarzo, y que estuvo operativa hasta la década de los 80 del pasado siglo.
Se llamaba la Ibero Tanagra y hoy sus terrenos están ocupados por una
urbanización compuesta por cuatro edificaciones de siete alturas, que toma el
nombre de la empresa.
Paisaje
industrial de Ibero Tanagra, extraída de
un catálogo de los años 60. A un costado
la línea de FEVE que va a Oviedo
Los que en alguna fase de nuestra vida nos hemos dedicado a expandir el sindicalismo de clase,
conocemos muy bien las presiones de carácter urbanístico que han pesado sobre
algunas instalaciones industriales que, situadas inicialmente sobre los bordes
de las ciudades, han acabado absorbidas por
las mismas, determinando en muchos casos el cierre definitivo.
Paisaje
industrial de interior. Detalle del horno de esmaltería y la chimenea a pleno
rendimiento.
Las chimeneas han
sido los tótems de estas ilustraciones, el elemento simbólico más
representativo del hecho industrial, hasta tal punto que se conoce que en
algunas se dibujaban donde no las había.
El siguiente hace
referencia a los astilleros y talleres de San Martín, situados en su
momento sobre el aparcamiento del costado del Palacio de Festivales y al lado del
dique seco de Gamazo, que utilizó en sus construcciones y reparaciones navales.
Todavía se conservan un par de naves originales del astillero, propiedad actual
de la Junta de Obras del Puerto, en fase de recuperación para la instalación en
sus salas de la colección de arte Enaire, del Ministerio de Fomento.
El
viejo astillero de San Martín, En primer término el dique de Gamazo
Este astillero que
cerró a finales de la década de los 80, tiene una larga historia de más de 110
años, pasando durante ese tiempo por varios propietarios. Este grabado de aproximadamente
1940, corresponde a la época de su explotación de la familia Corcho, una
importante saga de industriales, de origen italiano, con varias instalaciones
industriales en Cantabria que iremos viendo.
Observamos en el
conjunto un par de chimeneas. La más alejada, que está vertiendo humo,
corresponde a la fundición de los talleres, mientras que, la más próxima, apagada,
se ubica junto a la caseta de las calderas que suministraban el vapor a las máquinas de
achique del dique seco.
Para finalizar esta
entrada traemos la cabecera de un papel-carta de la misma empresa, pero alusiva
a otra instalación industrial, en este caso
las instalaciones de la Reyerta, fechada en 1897. Estas instalaciones aunque
actualizadas siguen operativas por parte de la compañía BSH
Electrodomésticos, donde fabrica las encimeras de gas.
Cabecera
de papel carta. Obsérvese el paisaje industrial con las cuatro chimeneas
humeantes
Para la siguiente
entrada iremos viendo, en nuevas ilustraciones, la evolución arquitectónica de
esta instalación industrial.