Dispongo de una estadística del municipio de Herrerías referida a la población escolar de
hace 105 años, es decir, de 1913, elaborada por la Junta Local de Enseñanza.
Esta arrojaba la
existencia de 232 niños y niñas, de seis a doce años, distribuidos por pueblos,
aunque los de Rábago y Bielva, se presentaban agrupados. Por cierto, en aquel tiempo el ultimo pueblo
se escribía con las dos bes.
Censo escolar de 1913 |
Desde
el ayuntamiento me han pasado el censo actual de los jóvenes comprendidos en
esas edades y las cifras son, como era de esperar, alarmantes; en el 2018
únicamente hay 15 niños y niñas de esas edades, lo que representan
un 6,4 % de los que había a principios de siglo.
Cuadro comparativo |
Las conclusiones de esta comparación no son nada nuevas. El despoblamiento del medio rural se inició ya hace mucho tiempo con los procesos migratorios hacia las ciudades y centros metropolitanos. Las razones son varias y complejas.
Además, hay otro factor que es intrínseco de Cantabria. La revista Cantabria Económica del mes de abril, en un artículo titulado: La Cantabria rica se separa cada vez más de la Cantabria pobre, y con los datos tributarios de los contribuyentes, observa como la riqueza cántabra se concentra en torno a Santander y los municipios circundantes, incluidos los de la bahía, y en los del extremo occidental de la región, por su proximidad al país vasco. Hacia estos municipios se dirigen los movimientos migratorios. Los más pobres que aparecen son Selaya, Cabuérniga, Solorzano, Villacarriedo, Rionansa, Valderredible y Soba, todos ellos rurales.
La pujanza del crecimiento de las ciudades es proporcional a la disminución de las poblaciones rurales, esperándose que a mitad de este siglo, dos tercios de la población mundial vivirá en las ciudades.
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