El borono es una delicia culinaria muy similar a la morcilla que incorpora ingredientes comunes como la sangre, la cebolla, o algunas especias, pero a diferencia de la morcilla, el borono no se embute dentro de una tripa de cerdo. Adquiere su consistencia amasando la sangre junto con harina de maíz hasta que se obtiene una masa consistente. Tras una o dos horas de reposo, se amasan pequeñas bolas ligeramente elípticas, a modo de piñas, a las que se incorpora un poco de grasa de cerdo en su interior, y se cuecen al igual que las morcillas, hasta que estén en su punto. En Asturias se llaman emberzados, ya que se cuecen envueltos en hojas de berza.
Es costumbre que el mismo día de la matanza tras su elaboración, los niños o sus mayores, los repartan recién hechos entre vecinos, familiares y amigos del pueblo.
En los últimos años han empezado a fabricarse en forma industrial, lo que sin duda es una iniciativa muy interesante. Ya se pueden encontrar en grandes superficies. Sin embargo algunos productos llamados boronos no debieran serlo. Me he molestado en verificar las etiquetas del producto y en algunos de ellos no aparece para nada la harina de maíz, que es el ingrediente esencial y que le da el nombre.
Según la RAE, la palabra borona proviene de la palabra celta boruna y significa maíz. Un borono puede tener una pequeña parte de harina de trigo, pero nada más. Los confeccionados con migas, pan o únicamente harina de trigo o esta es prepondernate sobre la de maíz, a mi juicio se está dando una picaresca que no debiera estar permitido por muy sabrosos que estén.
Lo mismo que no puede llamarse aceite de oliva a un aceite en la que no se procesen olivas, no debería llamarse borono a un producto que no contenga como ingrediente mayoritario la harina de maíz.
Sabemos que la harina de trigo es una tercera parte más barata que la de maíz – 60 o 70 céntimetros de euro por kilo la harina de trigo, frente a los 1,80 o 2 euros la de maíz –. No es extraño que algunos fabricantes traten de desequilibrar las proporciones, prostituyendo las recetas clásicas.
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