En estos días atrás
he finalizado la lectura del libro: Arcilla, un hombre adelantado a su
tiempo, de mi amigo José Manuel Rebolledo Cosio -JM-. A ambos les unía haber
nacido en el valle de Polaciones.
Arcilla era el mote
con que se conocía en Cantabria a Ignacio María de San Pedro, nacido a
finales del siglo XIX, en San Mamés de Polaciones, por sus prácticas geófagas,
es decir, alguien que incorpora en su alimentación tierra, en este caso
arcilla.
JM se ha atrevido a
investigar la vida y la obra de este trotamundos, un hombre apartado de las normas y de las convenciones sociales de la época que le tocó vivir. Es lo
que el autor clasifica en el título como: un adelantado a su tiempo. Ya
se sabe que los inadaptados sociales son los que se adelantan o se atrasan
mucho.
Portada del libro de José Manuel Rebolledo |
Arcilla nació en 1897,
a los 13 años ingresó en la Universidad Pontificia de Comillas, a los 21 años
participa en la guerra de Marruecos donde es ascendido por sus méritos, pasa
tres años en Cuba y a su vuelta ya en 1928, es elegido alcalde de Polaciones.
La guerra civil la pasa en Madrid donde empieza a ser conocido, frecuentando los
ambientes de las tertulias literarias de los cafés, de esa localidad y de
Santander, donde se desplaza con frecuencia.
Debido a las alteraciones de orden
público que producen los numerosos seguidores de sus teorías, es internado definitivamente en 1952 en el
hospital psiquiátrico de Ciempozuelos en Madrid, hasta que fallece en 1977 en
el propio hospital, donde está enterrado. Esta es a grosso modo su vida, pero su
historia está llena de emociones.
El aspecto físico de
Arcilla era la de un hombre barbado y con el pelo largo.Era ecologista,
pacifista, geófago, naturista, antitaurino y con una facilidad pasmosa para versificar
conversaciones. Esto le permitió
escribir con regularidad en el diario Pueblo durante 1946 y ganarse vida con publicaciones
en verso que él llamaba aleluyas. También versificaba las bondades de restaurantes
y cafés madrileños que, con lo que le pagaban, hacia frente a los pagos en las pensiones donde se alojaba.
Desarrolló teorías extravagantes,
como la de intentar cambiar el nombre de América por el de Cristobalia, ya que
consideraba a Américo Vespucio un impostor y sin merito alguno para dar
nombre a un continente. De hecho, en Madrid a Ignacio se le conocía como
Cristobalia.
Viajó por toda España
desarrollando su filosofía de vida y sus teorías, que le causaron muchos
problemas. Fue detenido en aplicación de la ley de vagos y maleantes más de 20
veces, internado en media docena de psiquiátricos, lo que no le impidió codearse
con intelectuales de la época. La investigación de JM ha permitido conocer que
Arcilla o Cristobalia, es referenciado en nada menos que noventa y cuatro
artículos periodísticos de diversas provincias españolas y en veintinueve libros
de temáticas diferentes. Todo un personaje.
Articulo sobre Arcilla en el ABC de Madrid. Año 1954. Recorte extraído del libro. |
En el psiquiátrico de
Ciempozuelos, como no tenía nada -le ingresaron para quitarlo de la circulación
pública- gozó de libertad de movimientos y salidas del mismo. En muchas de
ellas visitaba la familia en Polaciones, que es cuando JM le conoce. Se puede decir que Arcilla utilizaba el
sanatorio como si fuese una residencia de ancianos.
Para finalizar este bosquejo biográfico, no nos que más que felicitar a José Manuel por haber sabido aprovechar su tiempo
disponible, en calidad de jubilado, y ofrecernos las vicisitudes, en casi
cuatrocientas páginas, de este bohemio ilustrado.
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