viernes, 20 de marzo de 2020

HISTORIA DE UN LITIGIO EN BIELVA


                                                                       Dedicada a Antonio Dosal Sánchez
                                                                       Juez de Paz de Herrerías

LOS HECHOS:

El 30 de julio de 1939, un lego pasionista de nombre Domingo Miñón Melgosa, vecino de Santander, estaba pidiendo limosna en el pueblo de Bielva. Al pedírsela a Álvaro Sierra Díaz de 19 años, que se encontraba en su casa, acompañado de Antonio de los Prados y de Vicente del Corro Corral, de 11 y 12 años respectivamente, le contesta que: se vaya a segar.

En esta situación, se genera algún momento de tensión. Álvaro profiere una blasfemia y se sube al balcón de su casa, momento que aprovecha el lego, despojándose de la sotana, a retarle para que baje si tiene cojones, se supone para pelearse, circunstancia que aprovechan Antonio y Vicente para salir pitando a sus casas.

Ese mismo día, Domingo presenta una denuncia en el ayuntamiento contra Álvaro, acusándole de blasfemar y de proferir insultos y amenazas.

Denuncia del lego pasionista
El 10 de agosto, el alguacil Dobarganes, por orden del alcalde accidental Agapito de Serdio Fernández, cita a los involucrados, al denunciado y a los  testigos que, al ser algunos de ellos menores de edad, los tienen que acompañar sus padres. El denunciante no es citado.

Firma del acto de la convocatoria
El 13 de agosto son citados todos en la sede municipal, excepto Domingo el denunciante. Agapito hace de juez procediendo a los interrogatorios.


Antonio de los Prados declara:

que el lego pasionario cuyo nombre no recuerda y al llegar al domicilio de Álvaro Sierra le pidió limosna y entonces Álvaro le dijo que se fuese a segar y subió al piso alto de la casa y allí lo oyó blasfemar una vez contra dios.

Vicente del Corro declara:

que al pedir el lego limosna a Álvaro éste le contestó que se fuese a segar y entonces el lego le dijo que la venía a pedir limosna con humildad y mansedumbre y Álvaro le replicó blasfemando una vez contra dios. Que oyó al lego, pero no a Álvaro, decir que de hombre a hombre no iba nada y que si tenía …. que bajase y entonces él, con su compañero Antonio, al ver que el lego se quitaba el manteo huyó.

Álvaro Sierra declara:

que al pedirle al lego limosna, le dijo que no podía dársela a lo cual el lego insistió repetidamente, negándose él porque no era esa su voluntad dársela ni tenia consentimiento de sus padres y que, después de subir al balcón, el lego le provocó diciéndole que si tenía cojones bajase, haciendo al mismo tiempo  la acción de quitarse el manteo, contestándole que no quería pelear con un hombre que venía pidiendo y que, por lo dicho, que no es cierto que el blasfemara.

Resolución de Agapito de Serdio Fernández, alcalde accidental:

El alcalde aprecia la existencia de una falta por blasfemia dirigida a un religioso mendicante, pero no considera que las palabras proferidas por el denunciado envuelvan una provocación y una amenaza. Impone al acusado por la primera falta una multa de dos pesetas apercibiéndole para que trate respetuosamente a quienes por su condición de forasteros y religiosos y por el caritativo oficio que desempeñan pidiendo para enfermos y desvalidos y otros fines morales y humanitarios, tienen derecho a las mayores consideraciones sociales…..

Esta multa debe ser pagada en un plazo de tres días …

El 16 de agosto en papel del estado Álvaro Sierra abona la multa de dos pesetas. 

Cumplimiento de la resolución:. multa de dos pesetas
VALORACIÓN DE LO OCURRIDO

En todo este proceso llama la atención varias cuestiones:

1º La rapidez de actuación de la autoridad municipal.

2º La no convocatoria e inasistencia del denunciante en la comparecencia del expediente.

3º La actuación de la autoridad municipal, aunque parece equilibrada por no considerar los actos de insultos y amenazas del denunciado, sin embargo, no lo es. No valora en algún momento las provocaciones y los retos del lego. Eso sí que eran  provocaciones.

4º El tiempo en el que tuvieron lugar los hechos, tres meses después de haber finalizado la guerra civil, eran tiempos duros. La autoridad municipal opta por condenar al más débil, dejando sin hacerlo al religioso.



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