Ayer, día de todos
los Santos, aprovechando que hacía buen día, nos desplazamos a ver el hoyo de
lobos de Matajigares. Esta trampa tuve
ocasión de conocerla hace unos treinta años. Me puso sobre la pista Vicente
Obeso, hombre culto y jovial, ya fallecido, que al estar detrás de la barra del
bar de Cades, le permitía recibir mucha información y transmitirla. El resto lo pusieron los
mapas de Servicio Geográfico Nacional, que denomina a la zona Pozobal, contracción de pozo lobal o
pozo de lobos.
Aquellas visitas me
dieron para escribir un reportaje sobre este tipo de trampas, que publiqué en
el diario Alerta, cuando ese periódico todavía se podía leer.
Vista del hoyo de lobos |
En tiempos pasados, la
permanente lucha liberada en el medio rural para conseguir el control de los
animales silvestres, que se consideraban perjudiciales -osos y lobos fundamentalmente-,
fue titánica. De esa lucha quedan restos de antiguas construcciones, solidas
trampas para enfrentarse a estos predadores, conocidos como chorcos o callejos de lobos y los hoyos.
Estas trampas son los restos de un modo de combatir primitivo que exigía un
alto grado de compromiso colectivo, que finalizó en el siglo XIX.
Detalle de los muros del hoyo |
El hoyo de Matajigares
se encuentra en la sierra La Collada, en su vertiente sur, encima del río Latarmá,
y próximo a la raya de separación con Peñamellera Baja, municipio perteneciente
a Asturias. Es un cuadrado de unos 4 metros de lado y, posiblemente, otros
tantos de profundidad. Esta construido con mampuestos trabajados, conserva los
cuatro muros, casi ocultos por la vegetación y únicamente las caras norte y sur,
presentan algún desprendimiento. Se encuentra a una altitud de 531 metros.
También conserva
fragmentos de los muros que confluían en el hoyo, aunque separados de éste.
Estos muros trazados en forma de V servían para encajonar al lobo mientras se corría,
para precipitarlo en el hoyo y finalmente darle muerte.
Trozo de muro de la empalizada |
El hoyo se encuentra
en un paraje kárstico, lleno de depresiones y dolinas y rodeado de vegetación, formada
por hayas, robles, encinas, avellanos y acebos. Se
puede acceder a él desde la pradería de Cades, la Venta de Fresnedo o, bien,
por Casamaría. Nosotros esta vez lo hemos hecho por este último lugar. Las
pistas permiten acercarte en coche hasta un punto, para después en una hora de
caminata llegar hasta él.
A media distancia, se observan dos trozos de empalizada entre la vegetación |
El motivo de la visita
es para proponer al proyecto Culturea
Cantabria de la red Cántabra de Desarrollo Rural -redcantabrarural.com/rcdr/proyectos/culturea-cantabria/,
el inventario de este importante recurso para su posible recuperación. Este inventario sirve también para, a través de la red, ponerlo en valor como patrimonio rural y
cultural.
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