lunes, 11 de febrero de 2013

EL MAÍZ EN LA ARQUEOLOGÍA MEXICANA


El maíz en México ha sido y lo sigue siendo la base de la vida rural y por lo tanto de su cultura. Es el  eje de la actividad económica y productiva, actúa como organizador del tiempo y el espacio, como base de la alimentación, como centro y guía de un conocimiento acumulado durante milenios y se expresa en refranes, leyendas, ritos y ceremonias. Siendo el maíz originario de México se puede decir que se ubica dentro del ámbito de lo sagrado. 

El maíz se domesticó probablemente unos 5.000 años antes de Cristo en los altiplanos del centro y sur de México. En 1.519  se encontraba en todas las partes: en altiplanos y costas, en tierras frías y calientes, secas y húmedas, desde el nivel del mar hasta los 3.000 msnm, en correspondencia con el papel  que había adquirido como alimento básico en la dieta.
 
Siendo así y teniendo esta historia no es casual que en la arqueología mexicana,  las manifestaciones sobre el maíz sean determinantes. Así se observa en numerosas piezas en el excelente Museo Nacional de Antropología de México D.F.   


Aquí mostramos un altar dedicado al maíz construido en piedra volcánica. La representación de las mazorcas  está recogida en los cuatro costados del altar y sus figuras, tal como se observan, son bastante explicitas. Esta pieza está recogida en la sala Mexica del museo.
 
 
Esta imagen es un brasero en barro que representa la diosa Mexica del maíz, llamada Xilonen, principal patrona de la vegetación y por extensión diosa de la fertilidad. Estos braseros se ubican en las explanadas altas de las pirámides donde se oficiaban los rituales. Obsérvese que en la mano izquierda sujeta dos mazorcas.
 
 

Otra presentación de la diosa del maíz, también llamada Chicomecóatl. El culto a Chicomecóatl, sobre todo durante el periodo cultural medio, entre el 1.200 y el 400 antes de Cristo su culto se centraba en el mes  Huei Tozoztli del ayuno prolongado que se sitúa en septiembre. Entonces los altares de las casas eran adornados con plantas de maíz y en los templos se bendecían sus semillas, mientras le era ofrecida en sacrificio una muchacha decapitada a la diosa, cuya sangre se vertía sobre una estatua de Chicomecóatl mientras que con su piel, una vez desollada, se vestía un sacerdote.

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