miércoles, 27 de junio de 2018

CENTRO CULTURAL MANOLO COS


Mañana viernes, día 29, a las 18 horas tendrá lugar la inauguración del Centro Cultural Manolo Cos, en Cades. El ayuntamiento de Herrerías, en una decisión que le honra, ha decidido poner ese nombre a un espacio cultural en la Ferroteca de Cades. Manolo Cos es en realidad Manuel de Cos Borbolla, uno de los hijos más preclaros del siglo XX, nacido en el municipio.


Placa indicativa del centro
Ya hemos escrito sobre Manolo en este blog y no nos importa hacerlo de nuevo, después de haber disfrutado de su amistad por más de cuarenta años y haber tenido la fortuna de acompañarlo en los últimos días de su vida. Con él hemos pasado algunas jornadas memorables.

Había nacido en Rábago de una familia republicana que, el golpe de estado que nos llevó a una guerra civil, les marcaría para toda la vida. Su padre muere en el campo de concentración nazi de Gusen, en Austria, en 1941, y su hermano Jesús se enrola como maquis en la Brigada Machado, para posteriormente exiliarse en Francia. Manolo y el resto de los hermanos, por razones obvias, se ven envueltos como auxiliadores de la guerrilla, conocidos vulgarmente como guerrilleros del llano.

Con esos antecedentes, la vida para la familia Cos – Borbolla se convierte en un infierno. Hostigados por los falangistas locales y dentro de la campaña de terror desarrollada por el franquismo sobre los vencidos, Manolo, como hermano mayor, decide trasladar a toda la familia a Madrid, donde pasan más desapercibidos.

Así y todo, no pierde en vínculo con la tierra que le vio nacer. Mientras estuvo activo no faltaba los veranos en el valle del Nansa. Su mujer regentaba un quiosco en la entrada a la Playa La Franca y él, trabajador autónomo, disponía de su tiempo como quería. Una vez jubilado su presencia en el valle fue mucho mayor, hasta que por su edad – murió con 97 años- empezaron a fallarle sus condiciones físicas, espaciando más sus visitas. Manolo sembró maíz en Rábago hasta los 92 años.

Epitafio en la tumba de Manolo, en el cementerio de Rábago
Inicialmente en Madrid, vivió en la calle Jesús y María, perpendicular a la plaza de Tirso de Molina, para posteriormente trasladarse al pueblo de Las Matas.

Cuando ya las fuerzas le escaseaban, tras más de 50 años residiendo en Madrid, toma la decisión de venir a morir al valle donde había nacido. Se mete en la residencia de ancianos de Puente Nansa, donde dura cuatro días. Hay que tener mucho coraje para tomar estas decisiones. Está enterrado en el cementerio de Rábago, junto a su madre y algunos de sus hermanos.



P.D. Hemos tenido la suerte de poder instalar en la sala, que lleva el nombre de nuestro amigo, una exposición sobre una bonita historia local, que se inaugurará el próximo 21 de julio. Ya hablaremos de ella. 

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