Ayer asistimos al homenaje que
anualmente se hace a los integrantes de la brigada Machado, es decir a aquellos
maquis, vivos o muertos, que combatieron a la dictadura franquista desde las
montañas, hasta 1957. Se hace ante el monumento levantado ex profeso en Bejes,
en el 2008, por uno de ellos, fallecido en el 2012, Jesús de Cos
Borbolla.
Nuestra presencia servía también para
poder dar un abrazo a nuestro amigo Manuel de Cos, hermano de Jesús, que en ese
tiempo también ejerció como enlace de la guerrilla y que hacía un año que no
veíamos. Todavía tiene el coraje y la determinación para asistir desde Madrid a
estos actos, a sus 97 años, en apoyo de la memoria histórica.
Efectivamente nos encontramos hace un
año en Rábago, a nuestra vuelta de Colombia y nos abrazamos efusivamente.
Interpretábamos que Manolo se alegraba de vernos después de pensar que si
prolongábamos mucho nuestra estancia en aquel país, no nos volveríamos a ver más.
Después hemos intentado varias veces, vía telefónica, quedar nuevamente en el
valle del Nansa, pero su salud se lo ha impedido.
A Manolo lo conocí en la segunda
mitad de la década de los 70. Yo veraneaba con mi familia en Puente el Arrudo y
el venía por los veranos también a Rábago, ya que su mujer regentaba un kiosco
en la playa La Franca, en el municipio de Ribadedeva. Sintonizamos muy pronto
ya que ambos, en aquel tiempo, militábamos en el Partido Comunista de España -PCE-.
Así es como nos tocó en aquellos años
hacer las campañas electorales del partido comunista, desde pegar los carteles
hasta dar los mítines. La propaganda electoral la fijábamos en los arboles de
la carretera a lo largo de todo el valle y los mítines los dábamos
preferentemente en Cosío y en Celis. En
este último lugar, Memes nos dejaba el salón baile que regentaba, enfrente de su tienda y
conseguíamos llenarlo con 50 o 60 personas. Luego nos votaban bastantes menos.
Manolo se las ingeniaba para hacer pasar por el valle líderes de la talla de
Ambrosio San Sebastián. Emilio de Mier, Nicolás Sartorius o Cesar Llamazares, a
pesar de que el valle era un distrito electoral, desde el punto de vista
demográfico, muy pequeño.
Una de las placas del monumento |
Un momento del homenaje |
En los años de la transición política
por mis responsabilidades sindicales viajaba mucho a Madrid, encontrándome a Manolo
con frecuencia en actos públicos, congresos del PCE o de CCOO o en
diversas manifestaciones. El con su cámara al hombro dejando constancia de lo
que pasaba. Hoy las fotos y los vídeos de Manolo se archivan en importantes
instituciones: desde las fundaciones del PCE y de CCOO, hasta el Archivo
Provincial de Cantabria, archivos de la Consejería de Cultura del Gobierno
Cántabro, hasta los de la Fundación
Botín, pasando por los de la Biblioteca Nacional, de Madrid.
En fin, estos cuarenta años transcurridos
nos darían para llenar unas cuantas páginas más. Hemos hecho muchas cosas
juntos. En todo ese tiempo hemos disfrutado de la leal amistad y el cariño de
Manolo. Así que no nos queda más que desearle larga vida.
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