domingo, 11 de junio de 2017

HA MUERTO MIGUEL ÁNGEL CAMPO

El pasado día 7 murió Miguel Ángel Campo. Deliberadamente he dejado  pasar unos días para que el dolor producido por esta pérdida inesperada -murió de un infarto- no afectase a este recordatorio.

Para conocer a Miguel hay que situarlo en el entorno de dónde provenía. Efectivamente los padres eran de Tresviso, un pueblo aislado en los Picos de Europa  hasta bien avanzado la segunda mitad del siglo pasado y que cualquier gestión debía hacerse a través de Urdón, en el desfiladero de la Hermida. Quiero decir que los enfermos se bajaban en parihuelas hasta la carretera. Este aislamiento propició relaciones endogámicas entre sus vecinos. Existían un par o tres de apellidos que se repetían constantemente. De hecho los padres de Miguel eran primos.

Además, Tresviso, precisamente por su ubicación jugaba un papel fundamental en el apoyo a los integrantes de la guerrilla -brigada Machado- donde algunos familiares de Miguel murieron defendiendo la legalidad republicana y otros pudieron exiliarse en Francia. En la década de los 40 se instaló en el pueblo un cuartel de la Guardia Civil para combatirla. Aparte de controlar de forma diaria las despensas de las casas, se hartaron de dar palizas a los vecinos, que les suponían auxiliadores o simpatizantes de la guerrilla.

En esa situación sus padres deciden trasladarse a vivir a Torrelavega, donde en 1947 nace Miguel. A pesar del traslado, su padre era detenido con carácter preventivo cada vez que Franco visitaba Cantabria. Así y todo Miguel conservaba muchos familiares en Tresviso: era primo del actual alcalde socialista, Javier Campo, con el que tenía un parecido físico asombroso. Parecían hermanos.

En este contexto se afilia muy pronto al Partido Comunista de España- PCE- y en lo sindical a CCOO. Empieza a trabajar en la fábrica de cables de Stándard Eléctrica, en Maliaño. Provenía de la División de Instalaciones de la misma empresa. Por mi parte entré a trabajar en la misma empresa, en 1972.

Recuerdo a Miguel en la clandestinidad haciendo proselitismo para vincular gente a la comisión obrera, cobrando cuotas del sindicato, ganando adeptos para la causa y organizando el futuro sindicato. Nos presentamos a enlaces sindicales en las últimas elecciones sindicales del vertical, en 1975,  dentro de la  estrategia del PCE de infiltrase en ése órgano franquista. Hacíamos reuniones clandestinas en pisos, algunas de ellas en mi antigua casa del grupo Miralmar.

En la puerta de nuestra casa en Cades. Año 2006. La foto es de Manolo de Cos
A partir de aquí ya solo he conocido a Miguel haciendo sindicalismo en la empresa, bien en el comité de empresa o en la sección sindical. Además fue miembro durante varios periodos congresuales de la Comisión Ejecutiva de la Federación del Metal, del Consejo Federal del Metal  Estatal, miembro de la Ejecutiva y del Consejo de la Unión Regional y por sus características  -un hombre pausado, justo y ecuánime- formó parte de las Comisiones Estatales de Garantías y Control de CCOO, una especie de tribunales internos que interpretan los estatutos, en caso de conflictos internos.

Standard Eléctrica, posteriormente Alcatel, era una empresa con media docena de factorías repartidas por España, que controlaba y dominaba la tecnología del sector de las comunicaciones a nivel mundial. España y buena parte del continente Sudamericano deben su desarrollo telefónico a esta empresa, ubicada en nuestro país. Trabajábamos en ellas más de 20.000 personas.

A partir de la década de los 80, los cambios tecnológicos en el sector eran tan profundos que podrían llevarse por delante miles de trabajadores. Por ejemplo, en Maliaño, la llegada de la tecnología de la fibra óptica significaba la desaparición de los cables coaxiales, los interurbanos de cuadretes y los aislamientos del cobre mediante  papel o pulpa de madera, así como las cubiertas de plomo, que daban ocupación a cientos de trabajadores.

Afrontar estos problemas desde el punto de vista sindical pasaban por escalonar la implantación de la tecnología, asegurar inversiones industriales que garantizasen la continuidad de la factoría, evitar despidos, reducir en número de excedentes, conseguir la voluntariedad de los mismos y darles  protección económica y social a los mismos. Esto se conseguía con muchas movilizaciones y firmeza en la mesa de negociaciones. Fueron tiempos difíciles que de forma intermitente  duraron dos décadas.

Afortunadamente, Standard-Alcatel ha sido cuna de buenos sindicalistas que afrontaron este proceso desde mi punto de vista con éxito. Miguel, junto a  otros compañeros -incluida María, su mujer, que se movía sindicalmente entre más de 200 mujeres del departamento de cordones telefónicos, donde trabajaba- no desfallecieron jamás.

Miguel sufrió la  crisis del PCE de mitad de los 80, transitó al lado de Santiago Carrillo por la Mesa de la Unidad de los Comunistas, hasta la constitución del Partido de los Trabajadores. Precisamente el fracaso de este último partido, en el que no fuimos capaces de llevar a Santiago al Parlamento Europeo, se decidió su disolución y entrada en el PSOE. Yo acompañe este proceso pero no entré al partido socialista hasta años más tarde, haciéndolo en Madrid.

En la parte alta. Mitín de Pedro Sánchez en Torrelavega del 13 de junio del pasado año
Paradójicamente la faceta más publica de Miguel en el PSOE de Cantabria, es la que menos conozco. Alcatel me envía a Sudamérica  en enero de 1996 y desde esa fecha no volví a pisar la fábrica, ni a residir regularmente en Cantabria, hasta mediados del pasado año, que volví de Colombia; he vivido fuera, en diversos países y en Madrid.

Fue concejal en el Ayuntamiento de Santander y sobre todo conociendo su capacidad de trabajo y su cabeza tan ordenada -Miguel era un programador informático desde la década de los 70- estoy seguro que habrá hecho grandes servicios al partido sobre todo en temas organizativos.

Como nos decía María, cuando la visitamos el pasado viernes, a Miguel muchos le echaremos demasiado de menos. 

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