domingo, 11 de abril de 2021

CUANDO UN CARMONIEGO PATENTÓ LA FABRICACIÓN DE ALBARCAS METÁLICAS

 

Las albarcas o abarcas, como pueden denominarse indistintamente, es ese calzado de madera que tanto se usó en la España húmeda, incluida nuestra región, para realizar determinadas faenas que requerían su uso -en las cuadras, en los prados y en las tierras- muy apropiado para preservar los pies del agua y del barro del suelo, conservando constantemente seco y limpio el escarpín o zapatilla. Era por tanto un calzado sano; caliente en invierno y práctico para caminar por terrenos escabrosos. 

Tanto en Cantabria, como en Asturias y Galicia, ha sido el calzado por antonomasia del campesinado, elaborándose de tipologías diferentes, según cada comunidad autónoma e incluso dentro de cada una de ellas. Fue tal la importancia de este calzado en Cantabria, que en el 2018 su elaboración fue declarada Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial. 

En nuestra región destacó en su fabricación el pueblo de Carmona. Ya en el siglo XVIII, había según el Catastro del Marqués de la Ensenada, diez y nueve abarqueros, de ochenta y tres vecinos que eran en total. 

Un carmoniego de nombre José Cosío González en 1919 y 1922 solicitó patentar por veinte años y para toda España, la fabricación de abarcas, pero en este caso metálicas.

                              
                             Uno de los planos que acompaña a la solicitud de patente

La primera solicitud titulada: un sistema de abarcas o almadreñas metálicas la fundamentaba en que el uso generalizado de este tipo de calzado en la provincia de Santander y que en un espacio de tiempo relativamente corto se habían calculado en 12.000 m3 de madera empleada en su fabricación. 

Citaba que: la abarca de hierro, aluminio u otro metal de 1 mm de espesor o mayor según se vea, mantiene los tres pies para alojar los tarugos, en este caso de madera para aligerar el peso de la abarca y que la parte delantera, para evitar abollones, se recubrirá bien de cuero, goma o de una chapa de madera.


                                   Cabecera de la memoria de la  solicitud de patente. Año 1919

Las ventajas que relataba eran que: pueden fabricarse de una manera más perfecta y acabada, que su limpieza será muy fácil, que no sufrirá deformaciones debido a los cambios de temperatura, lo que evitara se salga el tarugo como ocurre con las de madera y el que se rajen cuando después de humedecerlas se exponen a la acción de los rayos solares


                                                          Otro plano de la solicitud 

Su absoluta impermeabilidad, hace que sea el calzado higiénico por excelencia y si bien es verdad que el metal impide la transpiración hay que tener en cuenta que la abarca se usa siempre sobre un calzado ordinario, generalmente la zapatilla de paño, el típico escarpín o la alpargata, con objeto de descalzarlas antes de penetrar en las habitaciones de las viviendas, por cuya razón necesita cierta holgura, lo que permite que al andar levante un poco el talón del pie sobre la abarca, favoreciendo constantemente la ventilación. 

Y continuaba manifestando que: este invento trata de restar la mano destructora de los montes tan castigados por el leñador y el maderero. Por último, cerraba la solicitud de la patente manifestando que: la abarca metálica puede durar unos cinco años frente a la de madera que apenas dura uno.

La segunda solicitud la realiza tres años más tarde, en junio de 1922. La patente la denomina: un nuevo sistema de chanclo metálico o albarca. Los fundamentos de la solicitud son muy parecidos a los de la anterior, así que no los repetiremos.


                                   Cabecera de la memoria de la segunda solicitud . Año 1922

VALORACIÓN DE LAS PATENTES 

1º Que un ciudadano de un pueblo pequeño de la Cantabria profunda, en plena utilización del calzado de madera como son las albarcas, las almadreñas, o las zocas gallegas, patente la fabricación de este calzado en metal para toda España, es propio de un visionario o de un emprendedor, como lo llamaríamos ahora.  

2º Sin embargo, aparte de ganarse no pocos enemigos entre sus vecinos y artesanos del resto de la región, parece que sus patentes no tuvieron eco. No se conocen abarcas metálicas utilizadas. 

3º Los 12.000 m3 de madera que se gastaban ¿por año?  en su fabricación, me parece exagerado. Equivale a tumbar 12.000 árboles de 20 cm. de diámetro y 3,5 metros de altura al año. De cualquier manera, la madera frente al hierro era una materia prima abundante, a pie de puerta y además renovable.


                                                 Plano que acompaña a la segunda solicitud

4º En cierta medida, las patentes de nuestro paisano aguantan un análisis DAFO. El atrevimiento de las mismas, seguramente, ha sido tratar de sustituir un material tan rural como la madera, por otro foráneo como el hierro, lo que anulaba y empobrecía a multitud de fabricantes, así como a los procesos y las herramientas clásicos utilizados.

POSDATA 

Nos gustaría conocer a algún descendiente de José Cosío, que nos hablase de él. Por nuestra parte le regalaríamos los expedientes de las dos patentes –memoria + planos-. Se nos localiza en Cades o a través del messenger de Facebook.


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