El pasado día 2 y dentro del marco de
las Jornadas Europeas de Patrimonio, tuvo lugar la visita al núcleo de Lafuente
de Lamasón. En la visita a este núcleo, a juicio de los expertos, se aprecia
claramente la existencia de rasgos muy
arcaicos sobre la ordenación y la explotación del territorio, que reflejan
formas de vida y cultura ancestrales, provenientes de la época altomedieval.
A la visita asistieron Luis Ángel Agüeros,
alcalde de Lamason, Gregorio Miguel Alonso, alcalde de Vega de Liébana y José María
Ballester, Director del Área de Desarrollo Rural de la Fundación Botín, que está
interviniendo en la zona.
Conducidos por las guías de la
Mancomunidad del Nansa, Alicia Gómez y por Alix Sánchez, iniciamos el recorrido
en la surgencia manantial de agua, que da nombre al pueblo. Esta se ubica sobre
el macizo kárstico de Arria, al igual que el núcleo, debidamente protegido por
los fenómenos adversos que vienen por el norte.
El pueblo de Lafuente postrado sobre el macizo de Arria |
La surgencia da lugar a la denominada
Fuente de la Llosa y el barrio del mismo nombre que, durante su transcurso de
unos 200 metros, hasta su desembocadura sobre el arroyo Bárcenas, alimentaba de
agua a cuatro molinos, un abrevadero, un lavadero municipal y cruza dos
puentes, el primero el de carretera comarcal que une Puente Nansa con La
Hermida, mientras que, el segundo, es el medieval que salva en antiguo camino que unía la costa con
Liébana y Castilla a través de Cervera de Pisuerga.
Respecto a los molinos de este tramo
se conservan dos en perfecto estado, mientras que del resto únicamente existen
los restos. Estos eran de tipología de cubo.
El agua a través del canal de derivación entra en una especie de cubo adosado
al lateral, para precipitarse sobre el rodezno que moverá la piedra volandera.
Esta tipología de molinos, de tecnología árabe, es propia de aquellos molinos
que no disponen de mucha agua y la potencia necesaria para mover los mecanismos
se obtiene elevando el canal de alimentación del cubo lo máximo posible.
Vista parcial de la visita |
A un costado del camino real se
encuentra la iglesia dedicada a Santa Juliana, de estilo románico y fechada a
finales del siglo XII. Siguiendo el camino se encuentra la casa de la
Corralada, cerrada por una portalada blasonada en cuyos laterales se encuentran
sendas esculturas, una de ellas fechada en 1628, bajo cuya efigie se lee:
“cuantos pasan que no vuelven” al parecer
por encontrarse en el camino hacia el cementerio. Dentro de la portalada
y a mano izquierda se encuentra una inusual casa construida en adobe con
entramados de madera, en cuyos bajos se encuentra el potro de herrar y el cubil
del cerdo.
Caminando por el antiguo camino real
y dejando atrás los barrios de La Puente, La Aldea y la Roja, se llega a la
plaza donde se ubicaba un hórreo, cuyos pegollos forman el cierre de una casa y
dos casas góticas, dotadas las entradas de arcos apuntalados.
Casas góticas sobre la plaza |
El núcleo, en sus 800 metros de
longitud, dispone de 11 barrios de poquitas casas cada uno pero que forman
grupos homogéneos. El de la Bárcena dispone de 12 inmuebles en hilera la mayoría
de ellas dotadas los elementos tradicionales de nuestra arquitectura: casas orientadas al sur, de dos pisos, con aleros
prolongados, dotados de balcón o solana apoyados en muros cortafuegos, que
enmarcan la fachada. La solana es el elemento más típico de esta
construcción. El balcón corrido está dotado de un balaustre de madera torneada
protegida de los vientos y de la lluvia por los muros laterales que vuelan a la
par, para dar sostén al alero. La solana
se generaliza a partir del siglo XVII precisamente para secar el maíz. En
general las casas estaban dotadas de hornos donde cada vecino cocía su pan.
Mas delante de este barrio se encuentran tres nuevos molinos sobre el
arroyo Garmasín; uno en ruinas y el resto en buenas condiciones.
Planta del pueblo. En naranja carretera comarcal, en amarillo el camino medieval que cruza el pueblo. |
En la parte posterior de los barrios situados a la izquierda del
camino se encuentran numerosas huertas de cultivo de subsistencia. Patatas,
berzas, repollos y alubias, asociadas al maíz, eran los principales cultivos.
Además el pueblo dispone de mieses donde en épocas pasadas se sembraban los cereales. Dado que se encuentran
en terrenos pendientes estaban abancaladas mediante muros de mampostería para
aumentar la producción de las siembras. Ejemplo de bancales los encontramos en
la mies del Perujo en ladera de Arria y la de Floranes, al sur del núcleo.
Cierra este ciclo patrimonial campesino las zonas de invernales que,
tal como su propio nombre indica, son en conjunto de edificación y prado, donde
pasan el otoño-invierno el ganado. Existen una docena de zonas de invernales
con más de centenar y medio de edificaciones, resaltando sobre todas ellas las
zonas de Arria alta y baja con 72 construcciones de este tipo.
En definitiva, en la visita a Lafuente y sus alrededores se aprecian
todavía las relaciones entre naturaleza y cultura donde el patrimonio natural y
el construido o el cultivado, se encuentran en total armonía.
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