La realización de esculturas de pasta de caña de maíz es una
técnica prehispánica que proliferó en la región lacustre de Michoacán, en
México. Con esta técnica los indígenas locales elaboraban efigies de dioses, animales
y otros objetos de decoración, consiguiendo un reducido peso en esculturas de
grandes dimensiones. Estas técnicas serían asimiladas por los colonizadores
españoles, cuyos sacerdotes la utilizarían con el mismo fin.
Los cristos conservados en México y también en España –Andalucía y Canarias– se obtienen del
aglutinado de pulpa de caña de maíz y posterior modelado de los rasgos de la
figura con la misma pasta aglutinada con un adhesivo. Tanto los aglutinantes como los preservantes, para
eliminar posibles pudriciones, lo solventaban con productos naturales locales.
Cristo elaborado con pasta de caña de maíz
A esta técnica se la conocía con el nombre de tatzingueni, nombre con que también es
conocido el uso de la caña de maíz.
Esta imaginería religiosa tuvo su periodo álgido en los siglos XVI, XVII y XVIII. Cuentan los cronistas que eran tan importantes la producción de la Nueva España que se exportaban a España, tal como ya hemos dicho.
La técnica de la imaginería de caña desapareció a finales
del siglo XVIII con la extinción de la escuela de Pátzcuaro, pero no así la
tradición de las imágenes peregrinas. En los últimos años y a través de
programas gubernamentales se está recuperando esta técnica, que es muy
interesante.
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