Ayer
nos dejó Andrés Gómez, con quien disfruté de su amistad durante medio siglo, a
pesar de que nuestras residencias habituales estaban separadas por más de
cuatrocientos kilómetros.
Nuestro
conocimiento data de mitad de la década de 1970. Compartíamos militancia
sindical en Comisiones Obreras, en Standard Eléctrica, SA, donde trabajábamos, pero
en diferentes centros de trabajo. Él en Madrid, mientras yo lo hacía en
Cantabria. También compartíamos militancia política en el PCE.
Eran
tiempos de efervescencia política, donde nos jugábamos la transición política y
el periodo constituyente. Como decía un
antiguo compañero de militancia que sigue estando entre nosotros: en 1976
había muy pocos ciudadanos demócratas en este país pues, la inmensa mayoría, habían coexistido con la dictadura
franquista.
Recuerdo
que lo invité a pasar unas vacaciones, con mi familia, en Cades, en la Casuca,
junto a Emilia, su compañera. El norte de España les gustaba mucho, hasta tal
punto, que acabaron rehabilitando una casa a 70 metros de la nuestra, en el
barrio de La Sierra en Cades, donde ya nos encontraríamos todos los veranos.
Su
casa de Cades se convirtió en un centro de debate político, donde compañeros de
Euskadi, Galicia, Madrid Cantabria…, que habíamos abordado juntos la crisis del
PCE de 1985, combinábamos arduas discusiones políticas, hasta bien entrada la
noche, con la buena gastronomía. Eran tiempos sustancialmente diferentes a los
actuales; no existía internet, ni telefonía móvil y, por consiguiente, tampoco
redes sociales. Eran los tiempos del boca a boca.
Andrés
en una concentración del sector naval, ante el Ministerio de Industria. Década
de 1980
También
eran tiempos del plomo de ETA, donde los compañeros de Euskadi, nos explicaban
su situación política entre temores y angustias. Hay que recordar que las CCOO del
país vasco, fue la primera organización que, mediante concentraciones , manifestaciones
y publicación de manifiestos, se
enfrentó a la banda terrorista en su propio territorio.
El
poder de seducción y convocatoria de Andrés era propio de un hombre íntegro y generoso
en todos los aspectos de la vida. Andrés solía centrar los debates –le
llamábamos socarronamente el líder- y en lo que a mí respecta, pude aprender
mucho a su lado.
Ocupó
importantes responsabilidades en CCOO. Abordó el grueso de la reconversión
industrial en nuestro país, con los gobiernos del PSOE, como secretario de Política
Industrial y Formación, de la Federación Estatal del Metal y Minero Metalúrgica
y, posteriormente, como secretario de Administración y Finanzas de la
Confederación Sindical.
En
el terreno político actuó de asesor del gabinete del vicepresidente tercero del
gobierno y ministro de Política Territorial y Administraciones Publicas durante
el gobierno de J.L. Rodríguez Zapatero. Su última responsabilidad fue la de consejero
de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid.
Con
la marcha de Andrés se ha ido un hombre de vastísima cultura, un lector
empedernido, un defensor de lo público y un gran amigo de sus amigos. En todo
este tiempo, Emilia estuvo a su lado, a la que en estas circunstancias queremos
darla un fuerte abrazo.
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