La introducción de los maíces híbridos en los años 70 del pasado siglo supuso, por su mayor productividad, la práctica desaparición de las variedades tradicionales de maíces en Cantabria. Con ello también fueron desapareciendo los molinos de los pueblos.
Desde hace años y en la actualidad, es muy difícil
encontrar harinas de maíz procedentes de
maíces tradicionales de una buena
calidad. La demanda de harina de maíz por parte de panaderos y consumidores de
Cantabria, se está cubriendo, en su mayor parte, con harinas procedentes de
variedades híbridas, de procedencia asturiana.
Sin embargo, entre los vecinos del valle del Nansa - que cada vez son menos- todavía no se ha perdido la costumbre de
comerse unos buenos tortos fritos de harina de maíz, unos boronos por la
matanza o unas tortas echadas en la plancha.
El mejor ejemplo de lo que decimos es Cades, pueblo en que
residimos 78 vecinos y donde todavía se
siembran en su vega 28 parcelas de maíz, de las cuales 8 son de variedades
comestibles.
Fuente: "Reconocimiento y puesta en valor del cultivo del maíz tradicional en el Valle del Nansa", de Jairo Cortijo. Inédito. |
Conocemos
que entre vecinos se pasan la harina y otros la compran en el mercado local.
Esta realidad de Cades es transferible a otros pueblos del valle, llámense La
Cotera , Celis u Obeso en Rionansa, Burió o La Fuente en Lamason, Bielba o
Camijanes en Herrerías o Sarceda en Tudanca.
Si
tenemos que dar una contestación a la pregunta que nos hacemos, la respuesta
debe ser que todavía no se ha perdido el hábito de sembrar maíz comestible en el
valle del Nansa.